Cuando no disponemos de fuentes mínimamente aceptables de
carbohidratos y grasas, nuestro cuerpo utiliza las proteínas como fuente de energía por medio de un proceso conocido como
gluconeogénesis (obtención de glucosa a partir de los aminoácidos).
Si esto ocurre, las proteínas, en lugar de ser utilizadas como “constructoras” y “reparadoras”, van a ser “destruidas” para dar energía, manifestándose una mayor
predisposición a enfermedades, pérdida y debilidad muscular, caída del pelo, etc. Un claro ejemplo de este proceso se refleja en las personas anoréxicas.
Alternativamente, un exceso en el consumo de proteínas, puede convertirse, a través de una serie de reacciones, en ácidos grasos (lipogénesis).
Del total de aminoácidos identificados (20), once o doce reciben la denominación de aminoácidos no esenciales, lo que significa que nuestro cuerpo los “fabrica”
y no depende del consumo dietético para su suministro. A los restantes ocho o nueve se les denomina aminoácidos esenciales porque el organismo no los puede sintetizar,
lo que significa que son parte fundamental de la dieta diaria.